lunes, 1 de septiembre de 2014

VIRREY BAD



En 1808 Santiago de Liniers sabía que lo iban a fusilar en Cabeza de Tigre años después. Una gitana hermosa tiró las cartas y le dijo que no le quedaban muchos años de vida, que iban a terminar con su existencia. Que ni siquiera defendiendo Buenos Aires de las invasiones inglesas se salvaría de la pena de muerte dado que se opondría a la revolución de Buenos Aires que llamaba a la autonomía del Virreinato del Río de la Plata del Imperio Español.

Deprimido y angustiado, el militar francés devenido en Virrey luego de la defensa de la Ciudad de Buenos Aires contra las fuerzas inglesas, no vio mejor oportunidad para pasar el tiempo y llenarse de dinero que sintetizar cuero y vendérselo a la propia Inglaterra, a Francia y a otros países europeos, evadiendo con ello el duro control del monopolio español.

Para sintetizar el cuero e intercambiarlo por dinero o artículos de industria británica y del resto de Europa se asoció a Vertiz, un anciano ex Virrey del Río de la Plata de quien se pensaba que estaba muerto pero vivía en la clandestinidad, conocedor del mundo portuario y con conexiones suficientes para hacer productivo el negocio.

Se compraron una casa rodante y en dicho medio de locomoción viajaban al interior de Buenos Aires, adquirían el cuero, lo sintetizaban y lo vendían en contrabando a los barcos ingleses, franceses y holandeses que estaban anclados en las costas del Río de la Plata.

En la casa rodante instalaron un saladero en el cual sintetizaban también carne salada para su venta y posterior alimentación de esclavos de las colonias portuguesas. Muchas veces se veía a Vertiz saliendo de la camioneta con los ojos inyectados en sangre y su rostro empolvado en cloruro de sodio. En muchas ocasiones Liniers le recomendaba no consumir el producto de su negocio dado que le aumentaba la presión y le hacía tomar malas decisiones.

El negocio iba de maravillas, y no solo comerciaban con los europeos sino también intercambiaban productos con los pueblos originarios en la frontera que contrabandeaban y producían otros artículos. Los virreyes estaban en la cumbre de la productividad.

Muchas veces tomaban el control del contrabando de plata potosina y trocaban dicho mineral por otros productos europeos manufacturados.

Sin embargo, un líder rival llamado Alzaga, envidioso del crecimiento del negocio de estos, se enfrentó a ellos y lideró una asonada en 1809. Liniers fue denunciado de contrabandear con Franceses y venderle cueros a las fuerzas de Napoleón, quien había invadido hacia muy poco tiempo territorio español.

Ahora las cosas se habían puesto complicadas. La corona española se había aliado a Inglaterra, el comercio se fue liberando, y el negocio con los Franceses y Holandeses se fue obstaculizando por un nuevo monopolio inglés.

La asonada de Alzaga no fue exitosa gracias a la intervención del ejército de Saavedra, pero la corona española designó a otro Virrey en lugar de Liniers. Cisneros. Este persiguió a Liniers.

Liniers y Vertiz escaparon con la camioneta a toda velocidad por las sierras de Córdoba, perseguidos por las fuerzas policiales de Cisneros. Pero su persecución se detuvo cuando una revolución popular en Buenos Aires hizo que Cisneros tuviera que volver a la Ciudad.

Santiago se retiró del negocio, se quedó en Córdoba y esperó en la provincia los designios de su destino. Con el nuevo cambio de gobierno la exportación de cueros y carne salada se hizo legal y cualquier representante del viejo régimen era puesto bajo sospecha, en especial porque algunos de sus viejos rivales estaban en el poder. Santiago de Liniers inició una tibia resistencia al gobierno revolucionario que echó a Cisneros dado que no tenía otra opción. Pero fue detenido y fusilado en Cabeza de Tigre por orden del revolucionario idealista Mariano Moreno dando fin a sus aventuras por estas tierras. Ni sus viejos socios de contrabando como los Rodriguez Peña movieron un dedo para salvarlo.

Pocos meses después Mariano Moreno moriría envenenado por orden de del viejo aliado de Liniers, Saavedra, interesado en que se pueda comerciar libremente ya sea con España o con cualquiera. Alzaga también fue fusilado luego de un intento de organización de una contraofensiva. Pero, finalmente, Saavedra no escaparía a la guerra de bandas y sufriría el exilio a manos de un joven Rivadavia, en una lucha por el control del comercio.

Sin embargo, el anciano Vertiz prosiguió con sus negocios y participó en la contratación de un préstamo del estado con la Baring Brothers contraída por el el mismo Rivadavia en 1822, con onerosas consecuencias para las arcas nacionales. Vertiz se quedó con una comisión gigante por la gestión del préstamo y fue considerado el primer buitre del naciente estado nacional Argentino. Su plan pareciera que funcionó a la perfección.

Aún se desconoce si esta vivo o no, aunque en las revistas infantiles clásicas se lo reivindica como uno de los máximos virreyes del Virreinato del Río de la Plata aún cuando  nadie sabe muy bien qué hizo Vertiz en sus
años de Virrey en el siglo XVIII. Seguramente esta autopublicidad se paga año a año con el producto de las malas artes de su oscura vida de contrabandista y de sus posibles contactos actuales con la mafia de la droga en la Ciudad de Rosario.

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