lunes, 1 de septiembre de 2014
VOLVIO LA MODA DE CORTAR CABEZAS
Dado que no solo en medio oriente, sino también en otros países, volvió la moda de cortar cabezas, el líder mogol llamado Temerlán se tomó un camélido viajero en el tiempo y se compró un piso en Mosul, Irak, desde los lejanos tiempos del siglo XIV.
Abrió una escuelita de degolladores e imparte lecciones gracias a sus saberes asesinos con sus colegas del fundamentalismo islámico ahora instalados en el norte de Irak y partes de Siria.
El Mogol les imparte sus conocimientos como en aquellas masacres cometidas en Irak, Siria y Asia Central, por ejemplo, con la construcción de montañas de cráneos expuestas en las plazas centrales de la Ciudades que se resistían y eran conquistadas. Casualmente las mismas regiones donde hoy florece una alta conflictividad violenta.
Con el fundamentalismo comparte su odio a los movimientos musulmanes que no coinciden con él en la ortodoxia islámica y también a sus adversarios cristianos, quienes tanto desde el siglo XI al XIII, como a principios del siglo XXI, invadieron tierras musulmanas y generaron un sinfín de conflictos internos que ahora nadie puede detener pero algunos saben aprovechar. Masacres similares se perpetraron en estas invasiones cristianas de este siglo pero las imágenes transmitidas por cámaras satelitales le dieron un aspecto distante, deshumanizado y un cierto escenario de videogame irreal. Ahora solo se agregan los Judíos israelíes, que en aquellos tiempos no eran tantos en tierras palestinas pero que en la actualidad su estado bombardea a musulmanes que viven en Gaza.
Temerlán, hoy en día, tiene mayores dispositivos técnicos para que cunda el terror. Cuando antes el miedo era transmitido de boca en boca ahora tiene cámaras filmadoras en dispositivos telefónicos y toda una serie de redes sociales donde colgar sus videos de masacres. Esto le hubiera ahorrado mucho trabajo en aquellos tiempos medievales.
Sin embargo, nadie tomó noción que el legado de muerte y destrucción no dejó demasiado luego de su fallecimiento salvo la ciudad de Samarcanda. No quedó de él ni estado, ni nación ni estructura que la sobreviva, solo sufrimiento y dolor. Ni tampoco una involución actual a aquellos pensamientos medievales, como el rol de la mujer en la sociedad, seguramente pueda sobrevivir largo tiempo.
Pero Temerlán sabe que no es el único responsable de su visita a nuestros tiempos. Los intereses políticos y económicos, los errores intencionados, el doble discurso, la manipulación de alianzas y los vicios de los estados cristianos, musulmanes, judíos, que no representan complemente las necesidades de sus representados y la población sin poder, han posibilitado que aquel líder mogol se instale en nuestros tiempos y pueda comprar su piso en la ciudad de Mosul. Y no serán esos estados los que lo detengan.
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