martes, 23 de marzo de 2010

La Paz del Paraguay



Atardecer en Tuyutí en 1966. Un enfermero paraguayo se acerca a un herido quien le implora por agua. El combate ha sido sangriento y las fuerzas aliadas (argentinas, brasileras y uruguayas) han vencido a los paraguayos a costa de miles de muertos y heridos.
Francisco S. Lopez, jefe de las fuerzas paraguayas contempla el drama mientras del otro lado de la "campo de nadie" el General Mitre de Argentina, Pedro III de Brasil y Venancio Flores de Uruguay también recorren el nefasto escenario de combate. Luego de una breve observación deciden dialogar con Francisco Solano Lopez para poner fin a la contienda.
La decisión es totalmente incomprensible, los tres países han decidido poner fin a sus demandas territoriales a pesar de su impulso ambicioso de la alianza continental.
Luego de que los soldados de correo vuelven de sus misiones de enlace entre ambos contendientes, los cuatro líderes se reunen.
Francisco Solano Lopez acepta imponer un régimen democrático en el territorio paraguayo, aunque mantiene su postura de solicitar la libre navegación de los ríos para obtener una salida al mar de sus productos.
Pedro III acepta la demanda de liberar a los prisioneros paraguayos vendidos como esclavos luego de la reconquista de Uruguayana y Corrientes. También acepta liberar a los esclavos negros originando un verdadero festejo de libertad.
Bartolomé Mitre solicita unas disculpas formal por querer tomar territorios libres y paraguayos, y deciden con Francisco Solano Lopez dejar la posesición de la tierra a los pobladores originarios de las mismas, los indígenas, que decidirán si quedarse bajo la órbita argentina, paraguaya o brasilera o mantenerse libres.
Francisco Solano Lopez acepta compartir con los aliados los avances paraguayos en las áreas de minería, ferrocarriles, educación, fundición de metales y agricultura, como también exporta a los mismos el sistema distributivo para que la sociedades latinoamericanas vivan con equidad social.
En los campamentos los soldados comparten sus respectivas culturas, alimentos, bailes, vestimentas, banderas y se identifican entre ellos como sudamericanos en vez de enemigos.
Miles de pobladores vuelven aliviados a sus tierras destruidas por la guerra y miles de niños paraguayos que prontamente combatirían en las batallas, continúan jugando con sus soldados de juguetes que ahora no pelean, sino que intercambian saludos y desfiles.
Venancio Flores, quien era en parte el responsable de la guerra, dado que Paraguay había saltado a defender a su enemigo del partido Blanco mientras que Brasil y Argentina defendían a su partido colorado, luego de un llanto desconsolado por los asesinados en el sitio de Paysandú, Uruguay, pide perdón y le informa a los viejos adversarios y aliados que volverá a su país para pactar una salida negociada con sus enemigos.
En la noche, los cuatro aliados se encuentran en una fiesta en Asunción, donde Madame Lynch encabeza la organización de un ágape donde no solo participan miembros de la aristrocracia sino también gente pobre de Paraguay, a quien dona sus joyas y riquezas. En la fiesta participan embajadores de Inglaterra y Francia, quienes acceden a realizar reuniones a los fines de entablar negociaciones que concluyan en un acuerdo comerciar justo para todas las partes, mientras aceptan también condonar la deuda externa de los países, dado que se dan cuenta de sus errores y se avergüenzan por fomentar la guerra a cambio de acrecentar el número de acreedores y ganar nuevos mercados para conseguir materia prima barata luego de que los campos algodoneros del sur de EEUU quedaran libres de esclavos y ahora, Inglaterra, no consiguiera dicho algodón a bajo precio trabajado por mano de obra gratuita que le vendían los terratenientes esclavistas estadounidenses.
De pronto suena un despertador y mi libro "La Guerra del Paraguay" baboseado se encuentra debajo de mi cabeza aún cansada. La luz del amanecer indica que me tengo que levantar y aceptar la realidad. Salir a la calle y pensar que mis ancestros fueron genocidas, y que tampoco del otro bando hubo piedad para con su propio pueblo que con fe peleó hasta la última gota de sangre por su país. Que la guerra sirvió como centro de prueba para futuras guerras mundiales por venir. Que Paraguay quedó destruida y le cuesta levantarse, y que los aliados quedaron endeudados con los países europeos y con un estigma de muerte y destrucción difíciles de superar.
Fue un sueño y el despertar parte de la pesadilla.

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