sábado, 22 de octubre de 2011

En la Tierra somos "derechos y humanos"



El líder Libio Muamar Gadafi fue detenido en su ciudad natal, Misrata y trasladado a Trípoli para ser enjuiciado por un tribunal popular por crímenes de lesa humanidad, torturas y asesinatos de ciudadanos en la nación norafricana. El Consejo Nacional de Transición, liderado por Mustafa Abdul Jalil (ex ministro de justicia del mismo Muamar Gadafi), Abdul Fatah Younis (Uno de los principales generales y ex ministro de Gadafi devenido en opositor) y Mamoud Jabril (un economista libio educado en EEUU que se integra entre las personalidades que impulsa las teorías neoliberales aplicadas en el mundo árabe) rechazaron la ayuda de la OTAN como también el apoyo financiero de empresas petroleras y energéticas de las potencias mundiales. Estos empresarios de Francia, Reino Unido, Italia, EEUU y España, avalados por sus jefes de gobierno y ministros, estaban interesados en apoyar al movimiento y obtener a cambio mayores beneficios de los que obtenían de su ex socio Muamar Gadafi sobre los recursos petroleros de la región. El rechazo del Consejo de Transición Libio se hizo efectivo aún a costa de las ideologías e intereses individuales de sus líderes.
La lucha se había iniciado con una movilización masiva de la población en las principales ciudades libias, en especial Bengasi, como aquellas ocurridas en Túnez o Egipto. Sin armas, en paz y con total independencia. No recibieron ayuda ni logística externa y avanzaron casi sin problemas ciudad a ciudad, llegando incluso al momento que los soldados leales al gobierno de Gadafi dejaron sus armas y se unieron a las manifestaciones opositoras al gobierno.
Gadafi y su gobierno se vieron asediados en Trípoli y finalmente fueron obligados a iniciar su fuga hacia Misrata, donde también fueron recibidos con concentraciones populares pacíficas pero decididas. Ante semejante contemplación de poder social Gadafi no tuvo mas remedio que oponer una pequeña resistencia y luego rendirse ante la oposición.
Gadafi, algunos de sus hijos y sus ministros, a pesar de ser acusados por crímenes y acumulación ilegal de ingresos públicos, fueron tratados bajo todos los conceptos de las leyes y regulaciones de derechos humanos internacionales y conducidos a los centros de reclusión donde esperan ser juzgados por un tribunal imparcial y bajo derecho de defensa para los acusados, sin presiones externas e internas por las causas ya enunciadas. La sociedad del mundo espera que estos individuos sean juzgados y condenados, como ya están siendo juzgados Bin Laden o Sadam Hussein, y se cumpla así un nuevo logro del Siglo XXI que es esfumar todo rasgo de la era medieval e ingresar al terreno de la verdadera Civilización.
Un taxista libio, ante la llegada de una Comisión de Derechos Humanos de la ONU que llegaba para indagar si se habían violado los mencionados derechos, desplegó una bandera que rezaba: "En la Tierra somos derechos y humanos", como aquellas que exhibieron los medios de transporte en la Argentina de 1978 y 1979 bajo el gobierno del General Videla, demostrando con esto "la solidez de dicho mensaje como símbolo y concepto real".
Finalizada esta Revolución, el mundial de fútbol se jugó en Libia y el local salió campeón venciendo a un combinado conjunto de Argentina y Brasil.

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