jueves, 27 de octubre de 2011
Clase Turista en Israel (Archivo 2010)
Estamos en Israel, precisamente en la Jerusalén en el año 1180, y venimos a visitar a extranjeros que viven en la ciudad para que nos cuenten un poco como viven y como se desenvuelven en esta supuestamente "caótica" ciudad. Estamos con Balduino IV de Jerusalén, el rey leproso.
Reportero: Hola. Contanos un poco, como llegaste, como te adaptaste a la ciudad, de qué trabajas...
Balduino: mira, yo trabajo de Rey. Mis padres vinieron hace algunas décadas en busca del santo Grial, la recuperación de tierra santa y reinstalar en cristianismo en estas tierras. Y de paso se enriquecieron con las conquistas de territorios y la adquisición de tierras para la explotación feudal.
Acá convivimos cristianos, entre ellos la orden de los hospitalarios, los templarios, los señores feudales junto con judíos y musulmanes. Pero es una zona completamente militarizada, al punto que nuestros jóvenes tienen un servicio militar obligatorio durante 5 años.
Vení... este es el mercado, donde le compramos a los comerciantes productos que llegan del lejano oriente a árabes y judíos a cambio de nuestras mercancías y nuestro oro que adquirimos explotando a los siervos. Acá los musulmanes y los judíos se llevan muy bien en estas épocas como lo hacen los moros y los judíos sefardíes en la España conquistada por los árabes. "¿Cuanto sale este jarro de porcelana chino?" (consulta en idioma árabe).
Comerciante: "7 monedas de oro" (señala con los dedos)
Balduino: "Muy caro! Te doy 5 monedas de oro!" (seis responde el comerciante). "Cinco, Cinco!"
(El comerciante accede finalmente y Balduino se lleva el jarro contento por haber ganado el "regateo de precio")
Reportero: ¿Y como se llevan entre todos?
Balduino: y mirá... yo trato de llevar adelante una política diplomática refinada dado que la guerra en estas circunstancias puede ser de definición incierta. Estamos rodeados por pueblos árabes pero hay facciones, tanto cristianas como musulmanas, que presionan por enfrentarse.
Reportero: Que rico, qué estamos comiendo? Algo típico de estas tierras?
Balduino: mi dedo, estúpido. Tengo lepra y se me están cayendo las falanges.
Repotero: Uh, disculpas... Me informaron que los templarios de Luy de Lusignan y Reinaldo de Chatillón saquean a las caravanas que se dirigen a Israel para provocar una guerra. ¿Es verdad?
Balduino: Exacto, sufrimos también las presiones del reino de Francia, Inglaterra, el Imperio Germánico, el papado católico y el rey y la iglesia ortodoxa de Bizancio para ir a la guerra, pero Saladino es un general muy poderoso y ha unificado a sus facciones y, sinceramente, estamos asediados y, encima, el mundo cristiano esta mas que dividido.
Reportero: ¿Qué opinas sobre la ocupación violenta de un buque musulmán que se dirigía a esta zona con ayuda humanitaria?
Balduino: una locura... estamos estirando la cuerda hasta que se rompa, mas teniendo en cuenta el fino equilibrio diplomático general y la crisis del sistema feudal que pueden acelerar todos los procesos.
Reportero: ¿Donde estamos ahora...?
Balduino: Mira, este barrio divide a los tres sectores religiosos mas importantes, los cristianos, los judíos y los musulmanes. Y me parece que no vinimos en un buen momento...
Reportero: ¡Nos están tirando piedras! ¡Corré, "boludo", corré!
Baldunoi: ¡Esperá, esperá... que se me cayó una pierna!!!
Luego de tomar la pierna del leproso Balduino, comenzamos a correr en medio de una lluvia de piedras que se dirigían a nosotros y a los policías militares que nos acompañaban. La gente de Saladino estaba enfurecida por los ataques de los templarios a sus caravanas y, es por ello, que se dispusieron a tomar la ciudad a la fuerza. Nos retiramos en un jeep del ejército y nos escondimos en un túnel antiflechas encendidas en el centro de Jerusalén. Allí esperamos toda la tarde mientras contemplábamos por TV el Mundial de Lucha de Caballeros que se realizaba en Londres (La fiesta de inauguración estuvo a cargo de Robin de Loxley, quién encendió la antorcha olímpica central con un certero tiro de flecha en llamas, y un grupo de bufones del palacio). Allí, el joven Ricardo Corazón de León derribaba de su caballo con su larga pica a Felipe II de Francia, ganando la Copa para todos los ingleses. Acto seguido ambos reyes, junto con Felipe I "Barbarroja" del imperio Románo Germánico, se fundirían en un demagógico abrazo "a regañadientes" para la foto y juraban recuperar tierra santa, que ya estaba siendo tomada por los sarracenos de Saladino. Dicho juramento no se cumpliría jamás, como tantas otras promesas electorales de los políticos en general.
Nosotros nos retiramos en un helicóptero de la fuerza aérea y, luego, en un avión que nos llevaría a las lejanas estepas de Mongolia donde un adolescente Genghis Khan nos esperaba para mostrarnos las estepas mongolas.
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