jueves, 9 de abril de 2015
Peñaloza Flow
Eminem era un joven atormentado de los barrios bajos de La Rioja. Huérfano de muy joven, su padre murió combatiendo en la Batalla de Vuelta de Obligado contra la armada Franco-Inglesa en 1845 y su madre era una deprimida mujer alcohólica que vivía en una casa de adobe cerca de las minas de Famatina producto de su triste historia y el sistema imperante. Eminem había peleado en la batalla de Pavón para el ejército confederado del General Urquiza, donde fueron derrotados por el ejército de Buenos Aires, y en 1862 ya era un veterano de guerra con 22 años.
El joven había trabajado a contrato para un terrateniente latifundista del litoral que lo trataba casi como mano de obra esclava y en ese contexto se vio obligado a fugarse. Había vuelto a su tierra para labrar su pequeña parcela familiar y por temporadas trabajar en las plantaciones de un propietario local. Por las noches Eminem intentaba divertirse junto a su novia y amigos en las pulperías del pueblo donde rappers underground luchaban en "batallas" de canciones y coplas recitadas en tono de hip house. Las únicas armas eran la guitarra, la voz y la lucidez de palabras, mientras un descendiente de esclavos a quien apodaban el DJ tocaba unos tambores. Aunque muchas veces el equilibrio podía romperse y esas luchas verbales terminaban en enfrentamientos a facón donde alguno terminaba herido o incluso muerto.
En una jornada, luego de que el vino hubiera aligerado las ataduras del miedo y la timidez, Eminem se animó a participar en uno de estos enfrentamientos alentado por su novia y amigos. Su primer rival fue un soldado centralista mitrista que había peleado para el ejército del General Mitre en Cepeda y Pavón, saliendo victorioso en esta última batalla.
En el primer turno Eminem sorprendió con un dinámico fraseo y ritmo acompañado con recursos discursivos creativos haciendo alusiones a la tierra, la tradición, a la identidad cuyana y el patriotismo. Sin embargo, la experiencia del soldado mitrista fue mas fuerte que su verba poética y por esta causa fue "destrozado". El soldado recurrió con soberbia unitaria a las recientes derrotas del ejército confederado, a la supremacía "natural" porteña, a la creación de un estado nación con preponderancia de Buenos Aires y a la superioridad económica de la oligarquía terrateniente, recordando a sus héroes como Rivadavia, Mitre, Sarmiento y Lavalle.
La derrota fue tan humillante que hasta su novia se cambió de bando y se fue con el mitrista flameando una bandera argentina con pañuelos azules como tocados. Una golpiza a la salida propinada por una patota centralista terminó de dejarlo en la ruina anímica.
Caminando por los callejones del pueblo fue perseguido por un fornido gaucho de barba cana. Eminem se colocó en posición de guardia pensando que era otro centralista mitrista que venía a golpearlo una vez mas. Pero este hombre era el caudillo "Chacho" Peñaloza. Lo instó a recapacitar y a analizar lo sucedido, a no rendirse aún en las peores condiciones tácticas y estratégicas, a no dejarse humillar. A no sentirse derrotado.
Peñaloza lo llevó a su casa y le enseñó sus saberes, sus conocimientos producto de decenas de luchas junto a Facundo Quiroga defendiendo el verdadero federalismo y las autonomías de las provincias frente al autoritarismo del estado, de Buenos Aires y de sus aliados del interior. Acompañado de un joven José Hernandez le hicieron saber que tenía capacidades para derrotar a cualquier rival que se presentara y practicaron durante horas estrategias discursivas y musicales para vencer al soldado mitrista en la noche siguiente.
Otro caudillo, el catamarqueño Felipe Varela, caminó hasta la pulpería para pactar con el dueño y con los mitristas una revancha. La revancha sería con apuestas. Los mitristas rieron e imaginaron una nueva humillación frente al novato rapper federal, pero aceptaron el desafío que se presumía fácil y de rápida resolución.
En la noche siguiente Eminem, rodeado de Peñaloza, Hernandez y Varela, llegó a la pulpería con postura desafiante. El dueño del local había preparado todo un show con bailarinas que danzaban hip-hop criollo vestidas con camperas Adidas, chiripás, gorras de Beisbol y botas de cuero crudo. El locro y el vino circularon en el bar atestado de gente que esperaba este enfrentamiento, algunos con un encubierto deseo de venganza frente a los odiados mitristas centralistas de Buenos Aires.
El soldado mitrista inició su turno con una descarga recitada destructiva repleta de elementos históricos: el asesinato de Facundo Quiroga, la imposición de los intereses de Buenos Aires y el estado nacional por sobre las autonomías provinciales o la victoria en Pavón y la traición de Urquiza que se retiró a mitad de combate cuando sus fuerzas estaban venciendo. La idea de declarar la guerra a los paraguayos no sin antes derrotar a los caudillos del interior y a los pueblos originarios primaron en su retórica, finalizando con la afrenta de que hasta le había robado a su novia. Parecía que lo había dejado sin palabras.
Pero Eminem respondió en esta difícil situación apelando a la identidad nacional y latinoamericana, a la defensa de los campesinos, de las clases mas pobres, burlándose de la la "aristocracia con olor a bosta" de los terratenientes del litoral y de la caballería porteña que no podía resistir ninguna embestida federal. Recitó que algún día habría un gobierno popular que defendería los intereses de la gente, de los sectores populares, como lo hicieron Güemes y Artigas.
Aniquiló al mitrista recordando los recurrentes acuerdos secretos o abiertos de los porteños, los centralistas y los unitarios con españoles y portugueses en la guerra de Independencia para derrotar a los federalistas abandonando incluso al ejército de San Martín en Chile o a Artigas en la Banda Oriental. Luego con franceses e ingleses entregando el país a intereses económicos foráneos. Como golpe final observó que con estas conductas tendría con su nueva mujer unos hijos que jurarían ante una bandera británica.
El silencio mitrista fue tremendo, se percibía el color a derrota en el vacío de su mirada. Eminem salió tranquilamente entre un público jubiloso que festejaba abiertamente la victoria de su nuevo héroe local. Se despidió de Hernandez y Varela con un toque de puños en tono de saludo mientras que con "el chacho" Peñaloza se hicieron una mirada y una sonrisa cómplice que valió mas que mil palabras.
El vencedor inició su caminata nocturna de regreso a su casa por las calles de La Rioja sabiendo que prontamente las tropas estatales de Bartolomé Mitre tomarían su tierra a sangre y fuego para derrotar a sus enemigos rebeldes del interior e implantar su propio sistema de gobierno. Pero eso era el futuro cercano. El presente era ese momento de esplendor con el dulce sabor de la reciente victoria.
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