lunes, 21 de febrero de 2011
Cruzada de los Niños
En el año 1212, desde el Reino de Argentina salieron miles de niños hacia tierra Santa para recuperar la Ciudad Sagrada de Jerusalén, influenciados por las ideas religiosas imperantes del momento.
Sin embargo, esta diáspora, no se dio solamente por este fervor espiritual. Los miles de niños que caminaron centenas de kilómetros para alcanzar los puertos de Buenos Aires y Rosario, en su mayoría pobres, huían de la "justicia" impuesta por sus mayores quienes lo consideraban seres por naturaleza violentos, subversivos y delincuentes.
La sociedad adulta los acusaba de ser ladrones y de robarles sus bienes. Por lo tanto, los señores feudales, en especial el Duque de Buenos Aires, bajó la edad de imputabilidad así, por lo tanto, un menor de 14 años era demasiado pequeño como para votar o ser propietario, pero sí tenía edad para ir a las mazmorras de la torre, lugares que no se destacaban por la reinserción ciudadana de estos jóvenes (ni siquiera de los adultos). Los juzgados inquisitoriales y el Santo Oficio de la prensa se encargaron de exacerbar los ánimos adversos hacia la juventud.
Aún así, la aristocracia rural, los príncipes, los caballeros, los comerciantes burgueses de la urbe y los señores feudales no hacían mucho para aliviar las penurias de sus siervos y sus niños, que se seguían regenerado en los bolsones de pobreza de las aldeas campesina. Muy pocos notables de las clases "superiores" en la escala social se interesaron en la economía, la salud y la educación de los siervos y los niños, decisión que se topaba con la resistencia del señorío rural y la burguesía especuladora que no deseaba perder ni un ápice de sus ganancias en la producción y exportación de soja.
Finalmente, dos niños de Buenos Aires y Rosario llamados Nicolás y Estéfano, lideraron a los jóvenes en su huida a Tierra Santa. Al principio, los vecinos de los pueblos más pobres saludaban y alimentaban a los niños. Pero a medida que se acercaban a las ciudades y a los pueblos de clase media y alta, eran recibidos con recelo y desconfianza. Los vecinos cerraban las puertas de sus carrozas con candados, activaban sus cencerros alarma, cerraban las ventanas de sus casas y escondían su ganado y apuraban la recolección de los frutos de sus campos. Para ellos estos niños eran delincuentes juveniles y potenciales asesinos, en especial si su coloración de piel era más oscura (Tal vez hasta fuera considerados un "ateos musulmanes o herejes de naturaleza satánica los cuales deberían ser quemados en la hoguera").
Los niños llegaron al puerto de Buenos Aires e intentaron alquilar una serie de barcos para ser trasladados a Palestina y para ello se contactaron con inescrupulosos piratas que aceptaron sus míseros ofrecimientos monetarios. En el medio del viaje muchos de los niños fueron vendidos como esclavos, obligados a juntar monedas en las bocas de expendio de boletos de tren o subte, limpiar vidrios o trabajar como mano de obra muy barata y esclava en los mismos campos de los señores feudales. Otros se vieron obligados a delinquir al lado de adultos, mientras los mismos seres de clase media que se quejaban de los robos compraban repuestos para carruajes robados en los mercados negros de conocimiento general. Varios miles se fueron destruyendo a sí mismos respirando bolsas con pegamento o consumiendo drogas baratas como "paco" o "pasta base" en el puerto de Buenos Aires, facilitados por narcotraficantes asociados a los soldados de los castillos feudales que hacían "la vista gorda" a cambio de algún soborno.
Sin embargo, los que pudieron sortear los engaños de los adultos volvieron a sus tierras para seguir jugando, soñando y luego luchando por sus ideales juveniles.
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Me suena a actualidad, a bosta actual! puaj. Malditos medios de comunicación que implantan ideas inconsistentes!
ResponderEliminarLimansh
mu bueno
ResponderEliminarMuchas Gracias
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