lunes, 21 de febrero de 2011

Soñando por Bailar en la Corte



El siglo XVI se destacó por los grandes banquetes y bailes que se producían en las grandes cortes imperiales y señoriales, y uno de los eventos anuales que se producían en aquel entonces era el "Soñando por bailar en la corte". Un certamen que se visualizaba en la TV de toda Europa y cuyo ganador sería considerado como el nuevo Señor de Europa, la Santa Iglesia Católica y heredero de la estructura política de la Vieja Roma Imperial.
En este certamen los reyes demostraban sus habilidades en la danza en varios estilos: Rock And Roll, Minué, Polka, Country, Reggetón, foxtrot, clásico, árabe, salza, Cha Cha Cha, Rumba y varios otros. Y uno de los principales protagonistas fue Enrique VIII de Inglaterra.
Enrique formaba una pareja de baile con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos de España y tía del Emperador del Sacro Imperio Germánico y España, Carlos V. Al principio Enrique y su mujer junto a Carlos e Isabel de Portugal, formaban una alianza contra el Francés Francisco I.
Pero de pronto, cuando Enrique VIII y Catalina bailaban el ritmo conocido como Reggetón, la reina de Inglaterra sufrió un esguince de tobillo que le impidió llegar a la final. A la misma llegó Carlos contra Francisco, con una indiscutible victoria del primero luego de una interpretación impecable de la obra "El Lago de los Cisnes", donde la bella Isabel de Portugal fue la figura rutilante gracias a su vistosa imagen y elegantes movimientos.
Enrique de Inglaterra estaba furioso y envidioso de Carlos, quien también había triunfado en varios escenarios del mundo como América contra los ágiles pueblos originarios o el norte de África contra los bailes considerados obscenos de Solimán el otomano y sus odaliscas. Carlos conjuntamente había puesto a sus pies a los propios jueces de baile, el papado, quienes eran literalmente sus rehenes.
Enrique decidió cambiar de pareja. Había elegido a una joven de la baja nobleza inglesa llamada Ana Bolena y la ruptura con Catalina, pariente de Carlos, la ponía en enemistad con este último. El papado, los jueces, siendo rehenes de Carlos se negaron a posibilitarle el cambio de pareja. Ante la negativa Enrique renunció al certamen de baile y organizó su propia programación de danzas locales con sus propias reglas en la que tuvo que sortear a las duras parejas artísticas venidas de Escocia, infiltradas en el certamen por sus adversarios Españoles y Franceses, enojados por la caída del rating por la creación de un canal de baile competidor al otro lado del Canal de la Mancha. El rating de la programación del Vaticano no solo caía por la ida de Enrique de Inglaterra sino por la proliferación de otros canales de cable menores llamados "Protestantes", en su mayoría alemanes.
Sin embargo, Enrique envejecía y su calidad motora empeoraba. Además, como deseaba volver a las grandes ligas para competir contra España y Francia, acusó a Ana Bolena de bailar desacompasado, de tener pié plano y querer danzar con otros nobles y le quebró el cráneo de forma supuestamente no intencional para que la nueva reina no pudiera bailar mas. Luego se juntó y se separó varias veces mas con muchas bailarinas con las cuales no llegaba entablar una correcta empatía coreográfica. Algunas sufrían duras lesiones en medio de las dificiles maniobras y trucos de baile, a veces eran feas, otras se las consideraba influenciadas por ideas francesas, españolas o alemanas, y algunas eran acusadas engaño y luego despedidas del grupo de danza.
En una de sus últimas presentaciones, Enrique se volvió a aliar con Carlos contra Francisco de Francia en una danza donde otra vez no pudo lucirse por una herida recibida en una pierna la cual nunca sanó, debiendo abandonar el cotejo y, por consiguiente, sus sueños de grandeza artística.
Enrique VIII, herido no solo en sus miembros de movilidad sino también en su orgullo y corazón, falleció de tristeza en su castillo londinense, recordando aquellos tiempos cuando Inglaterra vencía en todas las pistas de baile de Europa sin discusión ni duda alguna. Tiempos pasados para el controvertido emperador.
Sin embargo, una de sus hijas, Isabel, triunfaría en los salones y pistas del mundo, con sus nuevos bailes solistas, dado que jamás formó una pareja de baile pues se había quedado traumada al contemplar tantas colegas de su padre destructivamente lesionadas en los mortíferos movimientos que les exigía a sus mujeres.

1 comentario:

  1. Muy bien logrado!!!! Me gustó como pudiste relacionar la historia de Enrique VIII con un concurso de baile. Muy gráfico, verídico y cómico a la vez.

    Limansh.

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