viernes, 28 de enero de 2011

Jazmines en el desierto



La explosión de la burbuja económica lentamente va dando paso a la destrucción de la burbuja política posibilitando los primeros focos de rebelión. La desintegración de la débil estructura de equilibrio entre gobiernos, empresas, trabajadores y clases marginales, dan lugar a los reclamos de apertura política, libertad de expresión y uso de los medios de comunicación, mayor participación para grupos religiosos proscritos, finalización de los medios represivos y violentos dirigidos por el estado y la reforma de la estructura gubernamental y, por consiguiente, económica. De las grietas financieras florecen las debilidades más evidentes del sistema político y los pueblos actúan reaccionando teniendo en cuenta sus visiones culturales y religiosas.
La primer señal de rebelión la inicia Túnez y los fragmentos de la explosión se encienden ante el primer estímulo en Argelia, Egipto y la asiática Yemén. Por supuesto, los gobiernos relacionados con los grandes empresarios nacionales y extranjeros, enquistados en el poder, se "defienden" de la sociedad a la que pretenden gobernar y deciden reprimir. No tienen otra posibilidad ni tampoco habilidad dado que su poder político se fundamenta gran parte en el poderío económico y en técnicas de coerción físicas que los sostienen en el gobierno. Hosni Mubarak, como aquel Nerón de Roma, no dudará en incendiar su propia ciudad con tal de no perder ese poder. Sin embargo... el reemplazo de todo su gabinete es una muestra de sus hipotéticos últimos días de existencia política. El devenir del tiempo lo dirá.
EEUU y los países dirigentes de la Unión Europea observan. Por supuesto especularán hasta último momento con la rebelión y, por ahora, solo piden tranquilidad y paz mientras los rebeldes solo reclamen por fundamentales aperturas políticas pero no se atrevan a solicitar profundas medidas económicas que afecten a los intereses de dichas naciones en la región.
El estado Israel, por ahora abstraída de serios problemas internos, también contempla especulativa. El debilitamiento del bloque árabe fortalece su postura ante la fracción palestina también dividida internamente. Su negativa a ceder derechos territoriales a los palestinos demuestra esta fortaleza. Sin embargo, esto es solo una coyuntura, debido a que Israel podría perder la "neutralidad" de Mubarak con su posible caída y una complicación adicional a su conflicto con los palestinos.
Pero mas allá de los partidos políticos y religiosos que dirigen muchos de los levantamientos o los estados en cuestión, es el pueblo el que sale a las calles, y cuando hablamos de pueblo hablamos de los pobres, de los desocupados, de los marginados, los universitarios, de ese mas de 15% de la población sin empleo. Ese fragmento de sociedad desplazada sin el cual estas acciones no se habrían producido. De aquí puede salir una revolución de 1830 o 1848, una reforma sin reforma, sin cambios profundos, puede surgir el inicio de futuras rebeliones o una verdadera revolución. Será cuestión de que los movimientos encuentren un nuevo paradigma que unifique los reclamos luego de la pérdida de fe en las ideologías clásicas del siglo XX con la caída de la URSS y la evidente decadencia actual del esquema neoliberal.
Pero estos pueblos se ponen de pié y caminan, confiando en sí mismos, experimentando la reconstrucción de su propia libertad. Y las generaciones que crecieron viendo los bombardeos de Bagdad en vivo por TV van descubriendo que otra realidad puede ser posible con la propia participación, incluso poniendo en duda la legitimidad de las estructuras políticas y económicas tradicionales.

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