lunes, 27 de septiembre de 2010
LA CAÍDA DE CONSTANTINOPLA
Uno de los hechos históricos que casi todos los especialistas coinciden en definir como el fin de la edad media y el surgimiento de la edad moderna (aunque puede ser pensada como una división facilista y arbitraria, dado que muchos aspectos sociales, económicos y políticos del medievo se mantuvieron vigentes en gran parte de Europa) es la caída de Constantinopla. ¿Pero qué sucedió realmente?
En 1453 Bizancio, cuya capital era Constantinopla y era llamado el Imperio Romano de Oriente, era una expresión decadente de aquel gran reino que dominaba Europa Oriental y parte de Medio Oriente. El sistema comunista Bizantino competía contra el capitalismo en su auge neoliberal de las fuerzas otomanas en expansión encabezadas por Mehmed II y sus asesores George Bush (padre), Francois Mitterrand y la Dama de Hierro, Margaret Tatcher, quienes mediante sus riquezas petroleras del Golfo Pérsico financiaban sus invasiones y el imperialismo capitalista.
Bizancio desde hacía varios siglos se había transformado en un gigante burocrático que autofagocitaba su cada vez más endeble economía interna mediante cruzadas para recuperar Tierra Santa, financiar a sus aliados o a los adversarios de sus enemigos, mantener a raya a sus propios estados y naciones satélites rebeldes, mantener un poder armamentístico elevado, tanto defensivo como ofensivo, y desarrollar una tecnología marítimo-espacial para descubrir nuevos territorios en ultramar. Su Comunismo Ortodoxo se había distanciado de los ideales teóricos del Vaticano Católico-Maoísta de Roma y a mediados del Siglo XI las dos corrientes del Cristianismo Socialista se separaron, generando un nuevo foco de tensión al existente entre Bizantinos y Otomanos Capitalistas.
Lejos habían quedado los tiempos de política sólida, los códigos Romanos aplicados por Lenin Justiniano y la unidad nacional que mantuvieron fuera de las fronteras a los invasores Bárbaros, Arios y Germánicos.
En 1453, La OTAN (Sigla que significaba: "Otomanos Tratando de Anexar Naciones") asediaron por mar y por tierra a la Ciudad Capital de Bizancio, Constantinopla, donde el Rey Constantino XI recibía el asesoramiento de Mihail Gorbachov, Boris Yeltsin y Vladimir Putin. Los conflictos internos en el Cristianismo Socialista hicieron que pocas naciones salieran a defender a Constantinopla del asedio Musulmán Capitalista, tal es así, que sólo las Islas "Castristas" de Venecia y algunos soldados de Génova llegaron a defender el ideal Marxista en el mundo mediterráneo, capitaneados por el Comandante "Che" Giovanni Longo.
A su vez, los países satélites también fueron dejando sola a Constantinopla mientras que la propaganda Otomana hacía estragos en la conciencia socialista de los trabajadores, que comenzaron a dudar de sus representantes, de los Soviets y del politburó de la ciudad sitiada. Mientras las bombas caían sobre los muros que defendían la ciudad y las casas de los ciudadanos, mientras el asedio se veía reflejado en las largas colas para conseguir alimentos, en las asambleas de los Soviets se discutía en vano sobre la sexualidad de los ángeles. Esto indignaba a gran parte de la población que pedía mayor apertura política, como el obrero balcánico Lech Walesa con su sindicato "Solidarnosc". Fue así como el Primer Ministro Mihail Gorbachov aplicó la Glasnost y la Perestroika, que le dio un poco de oxigenación a la economía y al sistema político pero no el suficiente como para hacer retroceder a los Otomanos que bombardeaban las murallas con sus nuevos y poderosos cañones disparados desde tierra y desde sus buques.
Uno de los eventos mas bochornosos para los bizantinos fue cuando una avioneta de origen Persa aterrizó en la plaza central de Constantinopla, dejando en ridículo a los sistemas de defensa imperiales.
A pesar de todo el muro resistía, pero Boris Yeltsin ayudado por Vladimir Putin y muchos de los ciudadanos de Constantinopla, abrieron algunas puertas de aquellos muros para que ingresen los Otomanos Capitalistas. Con la apertura de puertas y la caída del muro, es así como zona por zona los asiáticos de Medio Oriente fueron barriendo con los focos de resistencia bizantinas. El "Che" Longo muere en combate, como también Constantino XI, mientras que Mihail Gorbachov se refugia en una corbeta genovesa que logra romper el cerco y lo traslada a esa ciudad portuaria.
Gran parte de los ciudadanos acompañaron a los Otomanos destruyendo los monumentos históricos del socialismo Ortodoxo Bizantino en tres días de intenso saqueo. Solo fue respetada La Mezquita Kremlin de Santa Sofía, que guardaba los restos embalsamados de Lenin Justiniano, aunque fue transformada en un centro de culto Otomano.
La sociedad vio con esperanzas la renovación. Sin embargo, de la economía planificada desde el estado como representante del proletariado, siendo éste propietario de los modos y medios de producción, se pasó a la esclavitud y la servidumbre, con otro sector de la sociedad obligada a trabajar en centros de venta de comida rápida o realizando labores de forma asalariada trabajando a cambio de ingresos al límite de la subsistencia. Muchos se vieron obligados a delinquir o condicionados a actuar en la mafia de Estambul (nuevo nombre que se le dio a la ciudad) que intervenía en la venta de armamento, material radiactivo y drogas al "mercado negro" nacional e internacional, gracias al control del paso del Bósforo y el monopolio de la parte oriental del Mar Mediterráneo. La eficiencia socialista había creado la mas perfecta dinámica mafiosa en una sociedad ahora capitalista.
Aún así, la autoridad continental del Comunismo Ortodoxo fue tomada por Rusia, con epicentro en Moscú, una pequeña República Socialista que iría expandiéndose lentamente, con figuras como Iván, el Terrible; Pedro, el Grande o Catalina, la Grande, con los boyardos como representación máxima del comunismo soviético. Hasta que en 1917, una revolución Monárquica derrocó al último Ministro, Nicolás II, instaurando en Rusia el señorío, el Zarismo, el feudalismo, el poder aristocrático y la autoridad Imperial, cerrando un círculo mutante de historias entrelazadas por casualidades y causalidades demasiado extrañas.
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