martes, 14 de septiembre de 2010

VIDAS ETERNAS



Solo fue un triste sueño, una noche que se quedó inmóvil en el tiempo y perdida entre un basural de recuerdos. La oscuridad no fue fría, las paredes no reflejaron soledad y el dolor fue un simbolismo cruel de la memoria que se oculta en una aurora única y definitiva desintegrándose en la lejanía.
Despiertan en ese amanecer de los espacios hombres y mujeres que intentan cambiar lo que ven diariamente sus ojos. Miradas que no esquivan la suciedad y no buscan los falsos resplandores que ofrece la luz, que se dirigen hacia las pinturas más destruidas y deterioradas para darle mejores formas con lo que puedan dar sus manos. Sus mentes diseñan, diagraman estrategias y se movilizan al mismo tiempo que actúan, sin perder ni un centímetro de recorrido de las agujas del reloj.
Y al finalizar la jornada se esconden bajo un techo cuando comienza a llover buscando el cobijo de la sombra para besar a su ser amado. Derriten sus cerebros intentando desmenuzar cada letra de un poema para instalarlo para siempre en los conductos internos del espíritu humano. Ingresan en una mística personal al son de su canción perfecta. Piensan en los demás, piensan en como ver a los demás, como diferenciarse y cómo identificarse sin caer en el artificio. Se despojan casi por completo de la individualidad e invierten su sangre en la valoración del sacrificio. Resisten, no descansan, luchan, pierden, vuelven a luchar y a levantarse. Y aunque siempre pueden ser derrotados no hay destino sino fuerza y convicción.
Y si aparece detrás de la pared lo cotidiano comen, beben, se emborrachan, contemplan la tierra, cierran sus pestañas con el viento al viajar por una ruta, transitan un día aburrido, solo existen, respiran, miran las formas que toman las manchas de humedad en el techo desde sus camas, se serenan con el sonido constante de un ventilador. Se abrazan con sus padres, conversan con amigos, encuentran sus primeros juguetes debajo de un placar y vuelven a jugar. Llantos, risas y tristezas correrán libres en sus diferentes momentos sin la intervención de nadie más que la naturaleza y la realidad. Y serán nuevamente adolescentes.
Entre miles de millones algunos más, algunos más que valen por millones. Multitudes de futuros coartados por determinaciones impuestas y perspectivas ahogadas en el fondo del mar. Borradores inhumanos que eliminaron ese camino infinito de lápices y tinteros de brillo eterno.
Solo fue un triste sueño y nada más, pues viven aquí y ahora, por siempre. En este presente, producto directo de aquel oscurantismo devenido en un renacer de la historia, conectamos nuestros sentidos al cable inicial de energía de aquel 16 de Septiembre de 1976 recuperando así, de una juventud de utopías puras: los sueños, las causas, las esperanzas.
Que la nueva condición sea andar hacia el futuro llevando siempre en nuestras mochilas esas rocas hermosas que encontramos en el suelo, que nos hacen mirar a nuestro inmediato pasado sin olvidarnos jamás de que siguen vivos dentro de nuestra piel, aún latiendo, soñando con y por nosotros.
JUSTICIA Y MEMORIA POR LOS 30.000 DESAPARECIDOS EN LA DICTADURA MILITAR DE 1976 A 1983.
JUSTICIA Y MEMORIA POR LOS ADOLESCENTES DESAPARECIDOS EN "LA NOCHE DE LOS LAPICES".

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