domingo, 13 de diciembre de 2009

Apocalipsis Now II



Junio de 1982. Argentina se ha rendido ante los británicos en las Islas Malvinas. Flamea la llama de una estufa kerosene que calma por un momento el helado clima de polar. El Capitán Astiz se despierta luego de soñar con uno de sus viejos operativos en el cual le ha tocado espiar y asesinar por la espalda al dueño de una calesita del barrio de Lugano, sospechado de pasar música subversiva de Víctor Jara en los tres minutos que duraban los giros de este juego infantil mientras regalaba afiches del revolucionario nicaragüense "Sandino" a todo niño que sacara la sortija. Agotado y recostado en su catre expresa:
"Malvinas... fría y gélida isla... Lo que daría por estar en casa paseando en mi B.M.W. No se porqué estoy aquí sufriendo... Y yo que pensaba que rindiéndome en las Georgias del Sur me iban a enviar a un Spa en Inglaterra teniendo en cuenta que combatimos al terrorismo internacional comunista... Que iluso, me estoy muriendo congelado en esta prisión".
Ebrio y desquiciado por las bajas temperaturas es retirado por un grupo de policías militares ingleses quienes lo arrastran hasta un cuartel central en Puerto Argentino o Port Stanley, donde el Mayor Harrison Ford le indica:
"Oficial Astiz, tenemos una misión secreta para usted. Debe asesinar a Galtieri. Se ha vuelto totalmente loco. No solo desea continuar la guerra contra Inglaterra, sino que tambien se ha internado en Las Malvinas con un grupo de carapintadas, ovejas, pingüinos famélicos y algunos kelpers borrachos e intenta hacer crecer su imagen en las islas. Se robó todas las donaciones que ofreció el pueblo de argentino y un arsenal completo de whisky para pasar el invierno y esperar allí al apodado Principito y sus Gurkas".
Astiz: "es una misión difícil... no, no... yo ya me rendí. Déjenme salir!"
-Policías militares lo detienen-
Harrison: "no hay vuelta atrás... debe ir hacia él y asesinarlo. Además tenemos todos sus antecedentes donde comprobamos la represión estatal y su participación en ella".

Astiz accede sin posibilidades de contradecir la orden. Es dotado de un bote, un grupo de colimbas argentinos y varios cassettes con las grabaciones y los escritos de Galtieri. Gracias a estos cassettes se entera de los ataques megalómanos del General, de sus asesinatos a seres indefensos y piensa:
"¿Porque tengo que matarlo? Si estuvo bien... combatió a la subversión comunista... estos ingleses quieren que mate a un aliado suyo y mío!".
Decide tirar todo al mar, por las dudas, para que no sea interceptado por agentes de Derechos Humanos en el trayecto al cuartel improvisado de Galtieri.

En el camino es atacado por Sea Harrier ingleses que desconocían la misión. Mientras los colimbas resisten los ataques de los aviones de la Real Fuerza Aérea Británica, Astiz aprovecha para hacer señales con bengalas mientras guarda todo su equipaje para ser rescatado por los soldados ingleses. En un enfrentamiento con un sargento correntino que trata de detenerlo, este último muere por una bala trazante de uno de los aviones atacantes. Con la retirada de los aviones y el silencio concluye la confusión.

Apesadumbrado porque no logra huir no tiene otro remedio que continuar... Uno a uno van pasando los campos de batallas, las ruinas de viejos aviones argentinos en llamas y soldados argentinos que intentan alcanzar y escapar en el bote del Capitán. Astiz, los empuja hacia afuera con el pié ante la mirada impotente e incrédula de sus subordinados.

Luego de un largo periplo de variados peligros llegan hasta el cuartel de Galtieri. Decenas de pingüinos con boinas verdes, montados en canoas, abren paso al bote de Astiz. Al descender del bote a tierra firme se visualizan a algunos oficiales argentinos con la mirada perdida pero aferrados a sus ametralladoras sin balas. Astiz es rodeado y de repente apresado para ser llevado ante la presencia de Galtieri:
Galtieri (mientras se lava el pelo con agua tibia y se lo echa a los pies para paliar el frío polar): "¿Qué es lo que quiere usted? ¿Lo envían los servicios secretos ingleses para asesinarme? ¿No sabe que todo el pueblo festejó que recupere las Malvinas?
Astiz: sí, me envían para matarlo. Pero le aviso que la gente está enfurecida porque no solo ha perdido la guerra sino que también le ha robado todas las donaciones destinadas a los soldados nacionales. Sin embargo, yo lo admiro... no puedo matarlo".
Galtieri (devora un pan viejo y duro que introduce en el whisky ofrecido por un pingüino): "Ay, amigo Astiz... que haremos nosotros? Queremos salvar a la patria de la subversión... pero... La Argentina no tiene salvación. Está lleno de zurdos, judíos y demócratas. Yo no puedo hacer nada mas".

El General sale a las afueras de su casino de oficiales precariamente construida para contemplar como los pingüinos sacrifican a un lobo marino. Ese día de fiesta se repartirían unos tapados de piel donados por gente de la clase alta argentina y también devorarían unos alfajores de maicena que había preparado una humilde escuela de Morón.
En ese momento pensaba que Astiz iba a cumplir con su misión. Estaba cansado de tanto frío y sabía que sus ambiciones megalómanas de "Cowboy Sudamericano" o "General Patton Latino" no se cumplirían. Por lo tanto, esperaba el puñal que alivie su dolor y su angustia.
Pero en ese instante un colimba de origen jujeño le da un golpe certero de hacha en la espalda ultimando al general que cae rodando por las escalinatas al mismo tiempo que el lobo marino es sacrificado.
Astiz no lo puede creer dado han matado a su ídolo y se pone furioso. En una refriega que dura pocos minutos Astiz es arrestado luego de elevar una bandera blanca de rendición ante los pingüinos, ovejas y oficiales que estaban cansados ya de los ataques delirantes de borrachera del General.
Astiz es llevado al estrado de un tribunal organizado velozmente, juzgado por crímenes contra la humanidad y condenado a pasar toda su vida encerrado en una jaula construida en la tundra, donde sería alimentado a base de kril y musgos húmedos.
Los colimbas fueron liberados y abandonaron lentamente el alocado cuartel del General Galtieri en el bote. Con marcha serena fueron alejándose en la noche. Solo se percibía silencio, las fogatas encendidas y los decadentes totem´s en honor a Galtieri que se erigían en las costas, rodeados de hielo y oscuridad.

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