martes, 15 de diciembre de 2009
BURBUJA INFLACIONARIA EN CHINA
Qin Shi Huang fue un emperador Chino del siglo III A.C. Con él se iniciaron las construccines de la gran Muralla China que contenía a las fuerzas "bárbaras" provenientes del Norte y el oeste del reino. Unificó los reinos de la antigua China bajo su mando absoluto y se lo recuerda también por sus emblemáticas esculturas de guerreros de terracota que acompañaron su funeral.
Sin embargo, nadie recuerda la burbuja inflacionaria que se generó en su reino gracias a la especulación financiera del mercado oriental. Una burbuja inflacionaria generada por la alta demanda de acciones sobre la construcción de la gran muralla.
Los financistas chinos, ansiosos por reunir dinero para invertir en armamento, placeres y negociaciones políticas, no vieron mejor oportunidad que vender bonos del tesoro chino a los pequeños inversores del pueblo.
Se vendieron bonos en un principio a muy bajo precio por la fabricación de ladrillos, herramientas y madera para la construcción. Este precio bajo se debía a que la solidez de la estructura aún era endeble y estaba dispuesta a sufrir los embates y el acoso de las fuerzas "bárbaras" de occidente. Sin embargo, el lobbie realizado por el emperador posibilitó la venta de estos bonos, que fueron adquiridos luego hasta por los sectores mas "refinados" y culturalmente instruidos de la sociedad.
El precio de los bonos fueron creciendo, a tal punto, que sobrepasaron la capacidad de oferta. Por lo tanto, agentes extranjeros del período "Yayoi" de Japón, de Manchuria y el sur de China fueron adquieriendo bonos. Para atraer a la demanda, se vendían "paquetes de acciones" en los cuales estaban incluidos la venta de terrenos y propiedades en las inmediaciones de la muralla como también tapados de piel de Osos Panda y bolsas de arroz.
Sin embargo, un día el emperador decidió ir mas allá de las fronteras marcadas por la Gran Muralla y decidió atacar a los bárbaros en una caótica y mal diseñada estrategia bélica. Esto ocasionó un ascenso del gasto militar, un déficit en el tesoro y por consiguiente una aumento en la tasa de interés crediticia por el aumento del riesgo. Pero también la caída de los precios de las acciones.
La crisis originó la mencionada devaluación del precio de los bonos, un desequilibrio en la balanza comercial de los estados y el déficit en la balanza de pagos.
Qin Shi Huang estaba tan angustiado, deprimido, que decidió revestirse de barro junto a todos sus soldados para pasar desapercibido, debido a que el pueblo se había agolpado en las puertas de su palacio reclamando la devolución de sus ahorros y también solicitando una explicación y una solución ante la gran estafa que habían cometido sus gobernantes. La mala suerte ocasionó la asfixia del emperador y sus soldados.
Hoy se puede contemplar la figura del recordado Rey y sus guerreros bañados en terracota, como también los ahorros del pueblo en cofre repleto de Jade. Den Jao Ping, un descendiente directo de un ahorrista del siglo III A.C. realizó un recurso de amparo contra el estado y las entidades financieras para que le reintegren sus depósitos y la inversión de sus familiares con el cálculo de los intereses prorrateados en los últimos veintitrés siglos. Para ello se disfraza de grano de arroz u oso panda y recorre los canales de televisión de todo el mundo denunciando los atropellos económicos que sufrió su familia no solo en la dinastía de Qin Shi Huang, sino también con la dinastía Han, Tang, Song, Yuan, Ming y Qing. Una historia que nunca concluye y se recicla constantemente.
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