martes, 8 de diciembre de 2009

RICARDO III



Ya es de público conocimiento las intrigas pasionales y políticas que generó el Rey de Inglaterra en la etapa de la Guerra de las Dos Rosas, aquella guerra civil que enfrentó a las familias Lancaster y York en el siglo XV, posterior a la derrota de Inglaterra frente a Francia en la Guerra de los Cien Años, y que William Shakespiere representara en el libro de nombre llamado "Ricardo III".
Sin embargo, conocemos verdaderas referencias sobre la biografía de este Rey y no son tan épicas y románticas como lo describe la historia y la literatura.
Ricardo III era un noble señor feudal que poseía una serie de trabajadores que sembraban sus tierras a cambio de tributarle al mismo Señor gran parte de sus ingresos para que él pueda gastar con sus condes y duques amigos de la isla Británica en viajes, fiestas y consumismo desmedido.
Tal es así que recorrió los salones y palacios imperiales de toda Europa generando escándalos y también afrentas en todo el continente con su carácter duro, su personalidad avasallante y la gran cantidad de dinero que gastaba con sus mencionados amigos. Su físico trabajado, sus bailes de salón, los despilfarros, atraían a la opinión pública y sus palabras vacías de contenido se transformaron en poco tiempo en palabras de valor social, dada la profunda ignorancia de la sociedad medieval (edad oscura).
La iglesia utilizó la imagen carismática de Ricardo III y rodeó al poder de Ricardo III con la legitimidad necesaria para cobrar mas diezmos entre la plebe sierva de la sociedad. Entre otros métodos, utilizaron las danzas y la lírica de este particular personaje para atraer a los fieles a sus iglesias. Así el público crecía como también las ganancias y el poder político de ambos. Ricardo III ingresaba a la iglesia con un grupo de amigos, chicas y una canción medieval muy "pegadiza" a la memoria, bailando y caminando con ritmo, mientras un grupo de ayudantes recolectaba los diezmos y tributos entre los devotos, siempre bajo el perfecto amparo del Obispo y con un grupo de guardias por si algún sujeto rebelde lo atacaba.
Sin embargo, se planteó una dura puja de poder con otras familias lo que generó una guerra mediática sin parangón alguno entre la casa de los Plantagenet y los Tudor, a tal medida, que su última batalla, y añorando los años de neoliberalismo, Ricardo gritó a los cuatro vientos en medio del combate: "Mi Reino por un Domingo Cavallo".
Pero la derrota había sido aplastante y pronto reinaría la casa de los Tudor, gracias a Enrique VII, quien gobierna Inglaterra travestido para evitar los duelos familiares con espadas o dagas luego de ver un Manchester United / Liverpool y discutir si Oasis o The Beatles eran unos mejores que los otros.
Ricardo pasó sus últimos años de vida exiliado, obeso y sin dinero, pelando papas bajo la lluvia o cuidando ovejas en las colinas de Irlanda, la isla tan odiada por el Jet Set Inglés.

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