jueves, 10 de diciembre de 2009

Cruzadas en un desarmadero de Lanús



En un desarmadero de Monte Chingolo, Lanús, los reyes medievales Ricardo Corazón de León de Inglaterra y Federico Barbarroja de Sacro Imperio Románo Germánico, intentan extraer la batería de un auto Renault. Reinaldo de Châtillon, un conocido ladrón de autos y estéreos de la zona de Quilmes y barrabrava del mismo club, le ha alcanzado este Renault para el desarmadero y se ha llevado una buena paga por ello.
Dado que Balduino IV de Jerusalén, el Rey leproso, se encuentra imposibilitado de realizar labores porque ha perdido las últimas falanges de los dedos que le quedaban, Ricardo y Federico se han puesto a la cabeza de la empresa.
Pero el detalle de este robo es que le han hurtado el auto a la mujer de Saladino, Sultán de Egipto y Siria conjuntamente intendente del partido de Lomas de Zamora en el conurbano bonaerense.
Mientras desarman el auto, aparece Saladino en la puerta del desarmadero.
(Aplaude levemente para llamar. Saladino esquiva un gato que le roza la pierna derecha pues el animal está en un avanzado estado de "celo")
Saladino: Buenas... ¿Hay alguien?
Federico: mande hombre... ¿Qué necesita? Tenemos todo tipo de repuestos. Veo que tiene un Audi A4, mire que andamos complicados con la mecánica de ese auto pero se la podemos conseguir.
Saladino: vengo a reclamar porque le robaron el auto a mi mujer y, encima de todo, la llevaron por los cajeros del conurbano para sacarle dinero. Como no soy de andar con la policía vine directamente a recuperarlo. No solo eso, tengo entendido que Reinaldo de Châtillon fue el que hizo el robo y dicen que estuvo acá hace un rato.
Federico: ¡Ricardo! Vos lo viste a Reinaldo!?
Ricardo (ingresa tomando mate con las manos engrasadas, deja una media luna en la mesada): Buenas tardes... No, che, no se nada...
Saladino: pero ese que esta ahí es el auto de mi mujer...! Ustedes me están cargando!?
Ricardo: tranquilo, tranquilo... acá nos llegan autos todos los días, se lo devolvemos... tome... llévelo.
Saladino: pero está sin frenos, sin dirección, sin el tapizado... Esto es una afrenta, una alevosía! Los haré correr como en Arsuf o en Hattin. Ustedes los cristianos son todos cobardes. ¡Salgan... Salgan afuera si se la bancan!
(Los vecinos curiosos comienzan a juntarse alrededor del taller y algunos llaman a las fuerzas del orden)
Federico: tranquilo, hombre! No se va a cortar con la espada... relájese!
(De pronto llega la policía con cámaras de televisión, dado que justamente están filmando el programa de TV "Policías en Acción". Mientras la policía conversa con Federico y Ricardo, Saladino es reporteado por la TV).
Saladino: Observe, señor periodista... yo soy árabe y tengo códigos. Quedamos que no estorbaríamos nuestras actividades, que nuestras caravanas y nuestra gente no sería perjudicada por los ilícitos ni de los cristianos ni de los musulmanes. Pero esta gente del papado no tienen reglas de convivencia.
Periodista: ¿Usted cree que la banda de "Los Templarios" le robó la camioneta a su mujer?
Saladino: Hospitalarios, Templarios, todos chorean pero se hacen los buenos. Que la Cruz, que el Santo Grial, pero son ladrones. Se están "afanando" todo Jerusalén y hasta le entraron a robar al Rey de Bizancio en Constantinopla, su propio aliado! Que se rajen de Jerusalen y de Lomas de Zamora. Que vuelvan a sus tierras y a las provincias de donde son.

En ese acto se produce un forcejeo entre las fuerzas policiales, Federico Barbarroja y Ricardo Corazón de León. Federico trata de escapar cuando se estaba por producir el allanamiento del taller. Es perseguido a las corridas, le lanzan flechas y lanzas de goma, pero a unas cuadras cae en una zanja y casi se ahoga. Es trasladado a un patrullero y finalmente a la comisaría.
Ricardo, mas sereno, es llevado junto a Federico a la misma cárcel pero este entrena a un tal Robin Hood que seguirá haciendo tareas delictivas contra los ricos "aparentemente" para darle a los pobres: secuestros express, llamados telefónicos desde la penitenciaría con fines extorsivos, salidas permitidas para robar y "reventar" blindados, y muchos otros tipos de tareas ilegales al servicio de la corona.
Reinaldo de Châtillon es encontrado en la calle por Saladino en una caminata de peregrinación hacia la basílica de Luján. Agotado por la sed le pide un poco de agua helada a Saladino, pero este le hace burlas y se la toma toda frente a su cara -hasta se tira un poco de agua en la cabeza bajo el abrazador sol-. Reinaldo no llega a Luján por el cansancio y se vuelve desde General Rodriguez a pié, sin cumplir la promesa a cambio de que Quilmes salga campeón (cosa que realmente no logra en ese campeonato por este impedimento religioso recién mencionado). Se retira de la vida delictiva y se introduce en una secta que vive en una huerta de Florencio Varela, donde le hacen realizar tareas de plomería.
Cuando Federico Barbarroja y Ricardo Corazón de León salieron en libertad se pusieron una parrillita ambulante en el Mercado Central. Vendían "Morcipan" a los trabajadores mamelucos de la zona y para distraerse realizaban juegos de palabras Cruzadas, juego en el cual, en una de las revistas que compraban, había que colocar el nombre de "Saladino" para marcar el eje de letras. Saladino no solo había llegado a ser Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires sino tambien había instalado un restaurante de comidas típicas de Siria en el barrio de Palermo, siendo tan famoso que su rostro se publicaba en decenas de revistas. Todas vivencias cruzadas de la historia y el caos de su devenir en tiempo real.

1 comentario:

  1. Espectaculñar Lucky!
    La verdad no se mas que decir para no repetir siempre lo mismo, es increible. Esto tiene que ser libro!!!

    Maxi

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