martes, 26 de octubre de 2010

La Ciudad de los Nazis Perdidos



En una oscura Ciudad de Buenos Aires de 1947, donde los sonidos del puerto demuestran una pujante labor de exportación e importación, industria y comercio, se comenta entre sus habitantes que pequeños Nazis prófugos de la justicia aliada luego de la II Guerra Mundial (EEUU, Reino Unido, Francia y URSS), escapan, llegan al país y se mezclan entre la gente.
En una torre de casa de gobierno habita el General Perón, el presidente electo, un experimento genético argentino del nacionalismo latinoamericano. Perón ha perdido sus sueños: Quería crear un estado al estilo nazifascita que origine una economía corporativista donde florezca la industria nacional para transformar a la Argentina en una potencia mundial. Para ello había creado el GOU, un selecto grupo de enanos fascistas que derrocaban y colocaban presidentes de acuerdo a sus propios intereses y necesidades. Pero la caída de Mussolini en Italia lo ha desalentado de tal manera que se contacta con emisarios alemanes e italianos para "importar" a los pequeños nazis y fascistas que escapan de Europa. Con ellos intentará que miles de cerebros de la industria alemana e italiana vengan a nuestro país para ayudar a su crecimiento. No se sabe muy bien si era consciente de lo que hacía ni de que creyera o no las acusaciones de crímenes que habían cometido estos alemanes, italianos, franceses y croatas nazis. Perón estaba ansioso por obtener conocimientos.
El traslado secreto se llamó "Operación Odessa" y los primeros en llegar fueron diplomáticos y oficiales que viajaron en dos submarinos que traían oro y dinero robado con el cual corrompieron a ministros y secretarios argentinos.
Sin embargo, de a poco fueron llegando los criminales nazifascistas, con documentos falsos y modificaciones estéticas para introducirse sin sospechas. Perón los invitaba a una habitación de la Casa de Gobierno y los conectaba a una máquina eléctrica que transfería información cerebral. El General deseaba obtener los saberes científicos de los fugitivos, pensando que la sabiduría ítalo-germánica haría florecer la industria nacional y, por consiguiente, beneficiaría la burguesía industrial local y a la clase trabajadora, eliminando el concepto de país agrícologanadero.
Pero lo que veía Perón a través de la máquina cerebral solo eran crímenes, atrocidades, asesinatos, purgas políticas, mediocridad y destrucción. Por la mencionada máquina pasaron cientos de prófugos como Joseph Mengele, Edward Roschmann, Richard Glücks o Adolf Eichmann pero muy pocos científicos entraban por las puertas de la Casa de Gobierno.
Cuando el General observa por la ventana, contempla anonadado como un buzo táctico vestido con un pesado traje metálico se lleva a todos los mejores científicos alemanes a un barco de bandera de EEUU. Muchos de ellos serían útiles en el diseño de naves y satélites para la conquista del espacio o para la construcción de armamento atómico.
El General Perón sufre un ataque de ira tal que lanza la máquina al Río de la Plata, le indica a los prófugos nazifascistas que se vayan al interior del país o a naciones limítrofes para que se escondan y para salvar las apariencias frente a los ataques diplomáticos del exterior modifica leyes antisemitas de inmigración y apoya la creación del estado de Israel.
Aunque para que los pobladores ciegos del país no se enteren de lo sucedido, el gobierno crea unos aparatos oculares infrarrojos que les da a la gente la percepción de los mejores elementos del Peronismo: "justicia y equidad social", "aumentos de sueldos y jubilaciones", "respeto a los sindicatos", "leyes laborales", "beneficios para los niños", "Mejoras en los sistemas de salud y educación", "el derecho al voto femenino", "Independencia política y económica de la potencias centrales" y varios cientos de logros invalorables e indiscutibles del justicialismo. Pero cada vez que alguien quería ver algo sobre lo sucedido en "La Ciudad de los Nazis perdidos", un sistema automático del aparato ocular infrarrojo enceguecía a dicha persona, desalentando todo interés en revelar lo que se presentaba oculto.

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